Apasionado y hondamente la quiero a Usted jo-

ven hermosa, como es natural yo deseo proce-

der con toda prontitud y eficacia a fin de pre-

sentarla luego al altar de la Iglesia y no enga-

ñarla vilmente, pues pienso que es Usted la más pu-

ra y el modelo inevitable de mujer buena y cas-

ta que pueda haber existido. Desearia con todo mi ser, co-

rresponder al afecto que Ud. me brindo, prote-

gerla como yo creo que se merece, por ser la pu-

reza hecha mujer. A vuestro lado me lleva la ru-

ta más hermosa que he conocido. Es grande el pe-

sar cuando estamos lejos, pero saber le convie-

ne que yo tengo guardado para Ud. un tro-

feo: mi pertinaz soltería que entregaré con go-

zo realmente inmenso. Yo quiero obtener su con-

sentimiento para visitarla, para aumentar mi di-

cha, para colmarla de besos y llegar a sus te-

soros más preciados. En todo esto resumo las me-

tas que siempre he deseado. Pero también su or-

denada forma de vida es digna de todo mi respe-

to; merece mi profunda admiración. Por eso, co-

nocernos intimamente y nuestras vidas entrete-

ger cuanto antes, es lo mejor para nosotros dos. Asimismo, deseo depositar en Usted todo el se-

creto de mi alma e impedir que mis venas se que-

men con ardiente pasión y despues de haber for-

malizado nuestras relaciones y haber comu-

nicado a su madrecita y hermanitas, quedaría mi ver-

dadera pasión correspondida al fin de que la ha-

ga muy feliz ante tanta emoción. La verdad le digo que el más afortunado cu-

pído, mirándonos con tan ardiente anhe-

lo, envidiaría nuestra dicha pues créame que el co-

nocer la felicidad matrimonial que desea toda mu-

jer es lo más importante de la vida.

Hermoso... ¿no?. Bueno, ahora lea solo los renglones impares de cada párrafo en esta carta...

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